Silencioso, diminuto y tan colorido como la flor que pica con su pequeño pico, el colibrí forma parte del imaginario mexicano desde tiempos inmemoriales. Se la ha relacionado con la nobleza, el amor y la mágica naturaleza nacional. Sin embargo, esta adorable ave es también un símbolo de fuerza y fiereza cuando se trata de defender un territorio. Y aunque no sea un animal que podamos ver todos los días y en cualquier sitio, sabemos que está ahí, sobrevolando alguna flor. Pero la típica imagen de los colibríes mexicanos podría cambiar radicalmente en unos años.
Ave mágica
Desde las altas montañas de Canadá hasta los parajes fríos de Tierra de Fuego, el colibrí no deja de batir sus pequeñas alas. De acuerdo con diversos estudios, se han encontrado 650 especies existentes en todo el continente americano. Esto lo convierte en uno de los grupos de aves más numerosos y diversos de todo el mundo.

De este gran porcentaje, se sabe que más de 50 tipos vuelan por la República Mexicana. Lamentablemente, menos de la mitad de estas variedades se encuentran en vías de extinción. Las investigaciones realizadas en torno a los colibríes mexicanos han arrojado que de las 13 especies endémicas, siete se encuentran en tres dolorosas situaciones: peligro de extinción, situación de amenaza y bajo protección especial.

Entre los casos más alarmantes se encuentra la Coqueta de Atoyac, propia del estado de Guerrero. Esta pertenece al grupo de peligro crítico, la última categoría antes de que un animal desaparezca totalmente. Los últimos números arrojan que de una población de entre 250 y 999 colibríes, quedan menos de la mitad y la cantidad va en descenso.

Animal que irradia vida
Otras especies amenazadas es el colibrí miahuatleco, endémico de la sierra homónima de Oaxaca y el tijereta mexicano, habitante de los manglares y selvas de Veracruz y Yucatán. A ellos se une el colibrí guerrerense, la ninfa mexicana, propia de Nayarit, Jalisco y Colima y el colibrí frente verde mexicana.

Aunque cada uno se encuentra en diversas categorías de amenaza, la principal razón de su desaparición apunta a la tala indiscriminada o quema de territorios para la plantación de siembras de maíz y cultivo de cítricos.

A pesar de su estupenda fisonomía y adaptación a espacios de clima caluroso, los colibríes mexicanos continúan en un peligro constante. Por ello, grupos ecologistas se han dado a la tarea de crear jardines artificiales para observar los 80 aleteos por segundo de estas aves. De igual manera, se han creado juntas vecinales y consejos ambientales para crear conciencia sobre la conservación de este mágico animal que no puede pasar más de 10 minutos sin comer.

Al final del día, la conservación de los colibríes mexicanos recae en la sociedad misma. Cada acción para conservar el medio ambiente ayuda a que un colibrí pueda visitarnos y regalarnos una hermosa estampa.
Foto de portada: metrolatam.com
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